Estimado Walter: Después de ver que la PGR no tiene ni tuvo el
mínimo indicio de que las acusaciones contra los generales, en particular
Dahuahare, fueran fundadas, llegué a la conclusión de que lo que me dijo mi
amigo Enrique hace unos meses, era cierto.
A los generales se les
aplicó una regla no escrita del sexenio pasado. A los enemigos del sistema, se
les inventan delitos, se le ordena a los testigos protegidos que acusen a
fulano o mengano, que es enemigo de algún poderoso en turno, sea Felipe
Calderón o Genaro García Luna o algún otro de ese nivel. Yo no podía creer que para finales de un
sexenio, el presidente y su perro de presa, se atrevieran a inventar delitos a
funcionarios de tan buena imagen y tan queridos en el ejército como los
generales. De alguna manera estaban
desprestigiando al propio ejército, y eso se vale cuando las acusaciones son
ciertas, pero cuando son falsas, es como si jugaran con fuego.
En otra ocasión
analizando con un abogado penalista amigo mío, el asunto de la francesa, el
abogado me dijo que jamás sabríamos si era culpable o inocente, pues la
simulación para la grabación del programa de televisión que había realizado
García Luna le restaba totalmente credibilidad al asunto, y la falsedad en el
manejo de la información desde el lugar dónde la detuvieron, hasta la intención
de asociarla a los secuestros, mediante testimonios contradictorios de los
testigos, implicaban, que era más un asunto de presunción policíaca que de
investigación real y detención de una delincuente.
Hoy muchos mexicanos
escuchan los testimonios de las víctimas de esta banda de secuestradores, sin
conocer a detalle como fueron sus declaraciones, siendo las primeras sin
relacionar a Florence y las últimas señalándola como si ella hubiera formado
parte de los torturadores. Nadie a
quien amenazan con cortarle un dedo se olvida de quien lo amenazó, y menos para
recordarlo en declaraciones posteriores, coincidiendo con las conveniencias del
propio y poderosísimo Genaro García Luna.
Te soy sincero,
desechando las pruebas falsas que la suprema corte desechó, resulta muy difícil
definir si era culpable o inocente. Lo
que si queda claro, es que en el caso de haber sido culpable, el único
responsable de que esté en libertad es el propio García Luna, quien fue el más
importante funcionario en el área de seguridad tanto de Calderón como de Fox.
Cuando pienso que una
autoridad de ese nivel no puede mentir ni torcer la realidad para su
conveniencia, recuerdo cuando la PFP atacó unas casas por la salida de la
autopista, y cuando el Senado de la República mediante un exhorto le exigió
cuentas al comisionado de la policía federal, éste contestó que ese día no hubo
operativo en Córdoba, Veracruz, y por ello, no podía aclarar nada de los
sucesos de ese día.
Teniendo un ejemplo tan
claro de la hipocresía e impunidad con la que actuaban los funcionarios
encargados de la seguridad de este país en tiempos de Calderón, no me cabe la
menor duda de que eran capaces de mentir al Senado de la República, y a toda
la población en general. La comisión de
derechos humanos recibió la misma respuesta, a pesar de que cientos de
cordobeses vieron las patrullas, las camionetas artilladas y los camiones tipo
rinoceronte, en los que se desplazaron más de cien policías federales que
atacaron varias casas de ciudadanos comunes y corrientes.
En lo personal, mi
estimado Walter, estoy feliz de que se haya terminado un sexenio con tantas
mentiras y falsedades, que sólo los más fanáticos siguen considerando como un
sexenio valiente, pues el fanatismo les permite cerrar los ojos ante la
realidad.
Tengo que darle la
razón en esto y sólo en esto a Andrés Manuel López Obrador, cuando dijo que ¨El
verdadero peligro para México se llama Felipe Calderón¨. Hoy sabemos que cualquiera pudo haber sido
detenido, le pudieron sembrar armas y droga, acusado de lo que fuera, con tal
de adornar a la policía federal, incompetente e incapaz bajo el mando de esa
sarta de corruptos protegidos y alabados por el ex presidente Calderón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario