Acertijos

+ A José Ricardo Ruiz Carmona, por el sensible fallecimiento de su señor padre, José Ruiz González. Descanse en paz.

Por: Guilberto Haaz Diez

LOS AEROPUERTOS
Cada aeropuerto tiene vida propia. En muchos de ellos siempre hay historias que contar. Vaya, hasta películas se han filmado, como aquella célebre de Tom Hanks, llamada La Terminal. Historia de un apatrida que buscaba patria sin encontrarla. Pasajero que se volvió famoso. Conozco algunos aeropuertos. No tantos como quisiera, pero tengo un pariente, Alfonso Muriedas, que el otro día me presumió conocer casi todos los Metro del mundo.
El Charles de Gaulle de París, presumen, es el aeropuerto mas perrón.
A mí se me hizo -las veces que he ido y aterrizado en Air France-, que las pistas están lejísimos de las salas, como de la Tinaja a Tierra Blanca.
El Heatrowh de Londres, donde el Pelón Huerta alguna vez hablaba inglés como Tony Blair, inglés de los de ellos.
En el de Barajas de Madrid, en la terminal vieja donde llegamos los mexicanos al grito de guerra, se convirtió en aeropuerto de mucha maluria.
Allí al sólo llegar se escucha que vocean el warning por los carteristas.
El Nobel cuando no era Nobel, Mario Vargas Llosa, escribió cierta vez que estando en el mostrador de Barajas, para etiquetar su salida, entre las piernas se puso su computadora lap top, cuando se agachó no encontró más que el aire. Se lo habían habiloneado.
Le sirvió porque hizo columna dominical del tema en el afamado diario El País.
Los de Nueva York, tremendos: La Guardia, el Kennedy, Newark.
El de Washington, el Reagan o el Dulles, aquel aeropuerto que estaban enojadísimos los gringos cuando en el Mundial de 1994 un avión privado mexicano de Taesa cayó y les rompió el record de aeropuerto mas seguro. Llevaban varios años sin accidentes.
No conozco el militar de la Base Andrews, allí solo aterriza Calderón y los jefes de Estado. La perrada no tenemos acceso a ese.
Escribo de los aeropuertos, porque pisé el Benito Juárez de México.
Desolado se ve. Mas triste que Reynaldo antes de que lo entronizaran.
Desde que a la línea aérea Mexicana le sacaron tarjeta roja, son varios los locales cerrados. La crisis les pegó de lleno.
Hurgué donde pude. Mi regreso tenía tres horas de espera y había que hacerle al Ampudia que todos llevamos dentro. Investigar. Investigar.
Me hice de unos panes de El Globo, la panadería de Slim.
Tres libros, dos de obsequio, uno para una de mis hijas, el ‘Leonora’ de Elena Poniatowska, de la gran Carrington. El otro, ‘La luz eterna de Juan Pablo II’, escrito por esa mujer periodista que en el Vaticano se ponen de pie cuando la ven, la corresponsal de Televisa de mayor jerarquía, la de mas antigüedad, la que ha conocido a cuatro o cinco papas, qué sé yo, Valentina Alazraki. Ese libro es un regalo para el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, que cumplió años apenas.
El otro es para mí. ‘Las viudas de Eastwick’, sucesos de aquellos años de brujería que impactó a una nación que entonces creía en todo, hasta años después en los Ovnis de Roswell, donde presumían habían atrapado a un extraterrestre mas feo que Carvallo.
Mas tarde me hice de un disco con devedé, ‘De Cuba a Lara’, las rolas del músico veracruzano cantadas por Milanés, Céspedes, Carlos Varela y Maruchy Behmaras, que canta Veracruz como pocas.
Los locales cerrados urgen a que Mexicana entre en acción.
Los mostradores de Interjet, la línea aérea de Miguel Alemán, crecen y crecen. Crecen también las rutas a las ciudades adonde vuelan.
Montano ya quiere aumento de sueldo, como asesor de los aires.
Un taxi cobra unos 178 pesos hacia el centro.
Les ha bajado el pasaje, se quejan.
Comí en las afueras del hotel Presidente. En su rotonda, como en las calles de París. Una sopita de fideos y unas empanaditas de dieta y a otear ese México bello, peatonal y maravilloso. Ciudad que contagia por su gente, sus teatros, su arte y cultura, su poderío reflejado en el impacto de los automóviles. Ahora con menos maluria, me dice Adrián, quien me sirve de chofer esa mañana y tarde hasta dejarme sano y salvo en el aeropuerto.
Ese día vi al exgobernador Fidel Herrera Beltrán. Hacía exactamente seis meses que no le veía. Más delgado. Platicamos un buen rato. Tema para otro tiempo. Se la pasa en la academia, fuera del país, hablando el inglés nopaltepecano que mastica a la perfección, desde aquel tiempo que Echeverría le dio beca para la London School de Londres, y esa mañana iba con los políticos priístas del DF. Seguro a aburrirse. Que hueva.
Es la mañana que, se afirma por peritos, el presidente Salvador Allende fue asesinado por los milicos. Cosa que todos sospechábamos. Y me acordé de esa visita que hice al Palacio de la Moneda, donde lo liquidaron, relato que mañana les rememoro. Si hay tiempo.
Agradecer a Luís Antonio Pérez Fraga sus conceptos. Luís Antonio es de ese tipo de políticos que no debieron irse de la política, el salsero mayor de Veracruz. Gente de las confianzas del hombre leyenda, Fernando Gutiérrez Barrios, él y Toño Salem, economista, hacían buena dupla.
Es la mañana que Reynaldo Escobar Pérez deja de ser ‘patito’ o ‘pirata’, el Congreso de los diputados lo legaliza y entroniza como Procurador.
Una gente de aquellos tiempos me habla de otro procurador, Othoniel Rodríguez Basarte, que fue procurador y maestro de la facultad de Derecho de la UV. Un maestro que, decía un alumno, cuando daba clases la gente se agolpaba en los salones. Fue presidente municipal de Xalapa.
Es la mañana que, dos días después, el gobernador Duarte palomeó en Toluca con Peña Nieto (eso dice un chismoso wikilikes sin sueldo) el nombre de quien será candidato al Senado por Veracruz. El nombre de José Yunes Zorrilla se barajó en ese tapete. El buen Pepe Yunes. A mi no me lo crean. Eso dicen por ahí.
Es un día después que retorné al aeropuerto Jara y todo bien. 30 grados de calor en Veracruz. Normal. Tomar la cara y mala autopista de Capufe y llegar a echar la meme a Orizaba, tierra bendita de Dios.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com